Peso | 0.1 kg |
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Dimensiones | 18 × 13 × 0.5 cm |
Publicado en 2017
Subtotal: $12.000
Carmen Pérez Bascuñán en este poemario muestra una voz política, en la que la posición sumisa de la mujer es reflejo de la crudeza que adopta Carmen Pérez, quien de manera directa expone las contradicciones de la época contemporánea. |
$5.000
Peso | 0.1 kg |
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Dimensiones | 18 × 13 × 0.5 cm |
Publicado en 2017
2020. Gabriela Mistral comenzó a desarrollar su vida espiritual a muy temprana edad con la Biblia. A través de diversas lecturas, incorporó aspectos del budismo, el hinduismo y el judaísmo, además de una gran cantidad de temas ocultistas y esotéricos. Esa búsqueda mística y religiosa es uno de los aspectos más desconocidos de toda su vida y obra, pero es donde reside la sensibilidad que hay en su prosa y la fuente de inspiración de su poesía. La selección de esta antología, realizada por Diego del Pozo, reúne discursos, columnas y entrevistas en los que Mistral habla del cristianismo con sentido social, de su preocupación por el porvenir de las religiones y por el abandono de la espiritualidad. Además, contiene una segunda parte con escritos místicos provenientes de cuadernos íntimos, plagados de anotaciones en prosa, versos y poemas, que, a modo de mantras personales o aforismos espirituales, la conectaron con la belleza y su fe en la humanidad.
“Texto testimonio de una estancia en el norte. Estancia en el doble sentido: a su manera una propiedad de tierra indefinida y extensa, aunque simbólica, testimonio de un precario habitar, de una advenediza apropiación, cuyos títulos son los que otorgan los textos. Entiéndase títulos de propiedad simbólicos, provisionales, otorgándole a la poesía o al lenguaje una función de posicionamiento. Consciente o inconscientemente se le concede a la poesía cierta condición de posicionamiento, que hoy llamaría las marcas simbólicas territoriales que nuestros hermanos mamíferos u otros seres replican o nos demuestran de otra manera”
(del Prólogo). |
Manuel Moreau regresa donde su madre y su abuela a vivir en el departamento de su infancia. A partir de este encuentro los ritmos familiares empiezan a disgregarse a destiempo, debido a una serie de hechos inesperados que remecen una aparente armonía. Los personajes de esta novela, sin tener mucha conciencia de lo que les ocurre, van entrelazando sus emociones en torno a ciertas verdades en un presente donde lo que se descubre es el reflejo de la fragilidad en lo cotidiano. Con una narración visual y aguda, este libro nos invita a sentir cómo los días que parecieran ser simples esconden pistas acerca de lo irónico de nuestra existencia. |
Autor: Juan Manuel Mancilla.
“Los versos de Testamento provocan el gesto de una memoria poética que despierta las imágenes del pasado (objetos, dichos, costumbres y hechos) para volcarlas conflictivamente en el presente de un país distante. Un recorrido por Chile, por la naturaleza trágica de su territorio, una declaración por la extrañeza de su lenguaje y de su gente:
Desteñido al parirse entre sacos inhospitalarios el amoratado envuelto se desempolva los trémulos pómulos tal como la harina le nieva la cocedura cruda al tambembe rosado del tan bebé (…)
“Niño piñiñento”
“Pompeya”, en palabras del dramaturgo, fue escrita en un período de cuatro años aproximadamente y fue estrenada el 2017. Una textura cruda, ruda, dura y violenta da sustento a las palabras de Leila, Suzuki, Beyoncé y el maricón Lucho. Sus voces son las voces de las y los excluidos, las travestis y el maricón. Un universo plagado de transas en las esquinas, en el que se vende la tele para comprar cocaína, riñas callejeras por el territorio que, al fin y al cabo, no es de nadie. Se siente en este espacio el odio entre chilenas, colombianas, ecuatorianas y peruanas; y se patentizan las muertes, muchas muertes que quedan impunes, porque tal como dice Leila, la más rabiosa de las travestis: “Los pacos no van a mover el culo. Pa’ ellos una trava desaparecía no es ni una hueá […] Somos pobres y putas, si no hacemos justicia por nuestras manos, nadie va a hacerla”.
Texto de Maritza Farías Cerpa |