Peso | 0.196 kg |
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Dimensiones | 15 × 1 × 23 cm |
Publicado en 2012
Subtotal: $6.500
Tierra Incógnita reune textos publicados e inéditos de ocho poetas vinculados a la ciudad de La Serena: Jaime Retamales, Teresa Calderón, Álvaro Ruiz, Walter Hoefler, Natalia Figueroa, Juan Santander, Tomas Harris, Tristán Altagracia |
$5.500
Peso | 0.196 kg |
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Dimensiones | 15 × 1 × 23 cm |
Publicado en 2012
La protagonista de este cuento ilustrado, Amina, nace hace más de un siglo en un pueblo en el que no hay nadie como ella; nadie con quien jugar, nadie con quien compartir sus curiosidades y sus búsquedas. Por eso, a los dieciséis años decide irse de su casa y de ese pueblo. Curiosamente, lo hace sin miedo, sin preguntarse si está bien o mal, solo porque es lo único y mejor que se le ocurre hacer. “Amina” es la historia de su viaje, un cuento para grandes escrito como un cuento para niños. |
Autor: Juan Manuel Mancilla.
“Los versos de Testamento provocan el gesto de una memoria poética que despierta las imágenes del pasado (objetos, dichos, costumbres y hechos) para volcarlas conflictivamente en el presente de un país distante. Un recorrido por Chile, por la naturaleza trágica de su territorio, una declaración por la extrañeza de su lenguaje y de su gente:
Desteñido al parirse entre sacos inhospitalarios el amoratado envuelto se desempolva los trémulos pómulos tal como la harina le nieva la cocedura cruda al tambembe rosado del tan bebé (…)
“Niño piñiñento”
Basándose en el principio budista de la impermanencia, la autora reflexiona sobre el fenómeno del cambio que se manifiesta en todos los aspectos de la vida. Asimismo, ofrece una serie de consejos prácticos y muy concretos para cultivar una actitud de apertura ante la muerte, que nos permite acompañar a los que están más cerca del umbral sin exigirnos ni exigirles perfección. En los últimos años se han publicado muchos libros sobre la muerte y el morir, un tema provocativo en una cultura que se niega a pensar en la muerte y prefiere creer en la eterna juventud. Por eso, se podría decir que Sin miedo a la muerte es un libro subversivo. Judith Lief nos acerca a este tema desde la larga experiencia acumulada en los cursos y talleres que ha dictado sobre El libro tibetano de los muertos y el acercamiento a la muerte, en los que participan profesionales de la salud, estudiantes, voluntarios que trabajan con pacientes terminales e incluso enfermos graves. A partir de esa experiencia, de las enseñanzas budistas sobre el tema y del material que le han aportado sus alumnos, la autora nos invita a contemplar la muerte de frente, sin tabúes.
A diferencia de muchos cursos y publicaciones en los que el llamado a vivir el presente se confunde con la negación de la muerte, este libro nos propone abrirnos a ella sin velos protectores, para llegar a un punto en que podamos mirarla cara a cara, sin temor. Paradójicamente, esta forma de acercarnos a la muerte le da más sentido a la vida y nos ayuda a abrimos con toda honestidad a los demás —amigos, parientes, desconocidos— y a acompañar a los que están más cerca del umbral sin exigirnos ni exigirles perfecciones.
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«Imagino que Jean Giono habrá plantado no pocos árboles a lo largo de su vida. Sólo quien ha cavado la tierra para acomodar una raíz o la promesa de ésta podría haber escrito la singularísima narración que es El hombre que plantaba árboles, una indiscutible proeza en el arte de contar. (…) Y ésa es la conclusión: estamos esperando a Elzéard Bouffier, antes de que sea demasiado tarde para el mundo.»
José Saramago |
2021. En La pajarera Eduardo Plaza (1982) despliega un admirable abanico narrativo para delinear Coquimbo o, más específicamente, sus recovecos y su imaginería. Un caudillo busca transformar la ciudad en un epicentro del turismo pirata y, a la vez, en un muestrario de todas las potencias del mundo; una celebración anual empuja al frenesí colectivo, pero también a charlatanes y criminales; el guitarrista de una célebre banda de cumbia elige —después de recorrer el país y el extranjero— no moverse del nido; una adictiva investigación advierte la presencia y la negación de los changos como pueblo originario de la bahía; y como telón de fondo, siempre latente y delicado, un cuadro familiar lleno de grietas, fantasmas, giros y rearmes. A medio camino entre la crónica, la novela y el mejor relato periodístico, Eduardo Plaza logra —con sutileza, precisión y un asombroso tino narrativo— una voz que sopla suave, pero, al mismo tiempo, remece mediante un humor punzante y una melancolía tan enigmática como conmovedora. Un libro híbrido, entretenidísimo, apreciable. <>.