Poeta Tristán Altagracia lanza hoy su nueva obra
Fuente: El Día (diario : La Serena, Chile)– nov. 9, 2005, p. 25
https://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/visor/BND:319418
Fuente: El Día (diario : La Serena, Chile)– nov. 9, 2005, p. 25
https://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/visor/BND:319418
Peso | 0.12 kg |
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Dimensiones | 13 × 1 × 21 cm |
2005
Autor: Juan Manuel Mancilla.
“Lo de Mancilla no es solo un texto literario. Su crear se desliza a otros registros visuales y de lenguas – geografías. Es una etnografía poético – visual de ese mundo que nos han robado. Todos sus puños / todas sus letras tallan en el aire un tratado de cine en el que cada plano visual sirve para medir otra arista perdida / olvidada del mundo – vida. Así, lo suyo deviene en un filme – poesía compuesto por imágenes en las que la palabra deviene en gesto, el gesto en acción y la acción en un plano continuo biselado en mil fotogramas cristalinos. Este registro de la vida se proyecta en un complejo desarrollo fotográfico en el que se combinan dos distancias focales: la panorámica del gran angular y el plano detalle del teleobjetivo.
En el montaje rítmico doma la moviola como quien cabalga la estepa con unos cortes que no fijan, sino liberan los tiempos (del pasado / del presente) en múltiples planos.”
Prólogo: Alex Schlenker. Realizador y experimentador audiovisual, escritor y traductor con estudios en Ciencias de la Educación (PUCE-Quito) y dirección de cine y realización audiovisual por el Instituto de Artes Visuales de Mähringen, República Federal de Alemania. Magíster en Estudios de la Cultura y Doctor en Estudios Culturales Latinoamericanos por la Universidad Andina Simón Bolívar de Quito.
Imagen de portada: “Eclipse amarillo, la pobla huye”, pintura de Cristian Fuica Carrasco. Acrílico sobre tela, 144 x 64 cm.
Para comprar la versión digital puede acceder a:
En Sinfonía del hombre fósil se lee mitología, orfismo, surrealismo, una escritura que está más allá de las mismas palabras, intensas y únicas, constructoras de paisajes y estados en los que transita un pasar que, lejos de una cronología, se superpone en imágenes, palabras e interpelaciones a «un amigo», a un «compañero» que puede llegar a ser aquel confidente construido en los primeros versos del libro.
Ay compañero;
tu rasgada piel de animal quebradizo,
ay, hombre, muriendo e inconcluso,
hombre de intentos pétreos,
de prohibidas féculas candeales.
¿De qué espiral renacerá tu canto,
de qué aullido infantil se hará tu corazón?
Indudablemente Stella escribe para ser leída varias veces, el libro aparenta brevedad, pero no en la densidad y compleja forma de apropiarse del mundo, haciéndolo suyo nos conmina a sentir el espesor y a escuchar el canto vivo que resuena toda vez que leemos su escritura, esa voz viva y fuerte que resiste el paso del tiempo.
Autor: Juan Manuel Mancilla.
“Los versos de Testamento provocan el gesto de una memoria poética que despierta las imágenes del pasado (objetos, dichos, costumbres y hechos) para volcarlas conflictivamente en el presente de un país distante. Un recorrido por Chile, por la naturaleza trágica de su territorio, una declaración por la extrañeza de su lenguaje y de su gente:
Desteñido al parirse entre sacos inhospitalarios el amoratado envuelto se desempolva los trémulos pómulos tal como la harina le nieva la cocedura cruda al tambembe rosado del tan bebé (…)
“Niño piñiñento”
«Un libro celebratorio. Una palabra plena de autonomía, humor, y goce no hedonista sino fruitivo, que es goce del bien propio desplegado íntegro. Stella Díaz Varín, saca las cosas de su habitualidad: rompe lugares comunes y expresiones formularias, y traza sobre la realidad oscurecida, imágenes que la alumbran. En ese trabajo solitario, en un periodo de masculinidad literaria, se prologa y epiloga, estableciendo su vigencia con sutileza y sagacidad. Tiempo, medida imaginaria —un libro breve, de peso específico, escrito hace más de seis décadas— sigue proponiéndose para hoy. Concebido desde el lado femenino nietzscheano esculpe y retalla su genealogía e historia de vida, proyectando la poesía al lugar del conocimiento y señalando un tiempo perdurable de liberación por la escritura».
Elvira Hernández